Planificar es avanzar y así es justo como debemos empezar un proyecto de rehabilitación de fachadas: planificando los pasos que vamos a ir dando.
Si quieres saber cómo abordamos nosotros la rehabilitación y pintura de cualquier tipo de fachadas, sigue leyendo porque estás en el sitio indicado.
¡Empezamos!
Lo primero que hacemos es lo que llamamos diagnóstico, y no, no te lo puedes saltar.
Vamos a los motivos.
El diagnóstico de fachadas es un proceso de evaluación exhaustiva que se realiza para identificar el estado actual de una fachada, los problemas que tiene y la extensión de los daños.
Nos da la información necesaria para planificar, ejecutar y mantener una rehabilitación efectiva y duradera.
Sin un buen diagnóstico, el trabajo de reparación está basado en suposiciones.
Y esto no puede llevar a una solución ineficiente y hasta a un mayor riesgo de futuros problemas.
Un correcto diagnóstico también nos conduce a planificar mejor el tiempo y los materiales que vamos a necesitar emplear a lo largo del proceso.
Existen varias formas de llevar a cabo el diagnóstico que van desde una inspección visual hasta aprovechar tecnología (drones, cámaras térmicas, etc.) o incluso tomar muestras de los componentes para someterlo a distintos procesos y conocer así su estado.
En muchas ocasiones es suficiente con observar la fachada e identificar cualquier signo de deterioro:
A veces hay que apoyarse en la tecnología para completar el diagnóstico. Podemos emplear:
Es otro de los pasos fundamentales en la rehabilitación de fachadas, ya que permite identificar y clasificar los problemas presentes para determinar las intervenciones necesarias.
Este proceso no solo asegura la seguridad y la integridad del edificio, sino que también optimiza el uso de recursos y reduce costes a largo plazo.
Tipos de daños más comunes
Los daños en una fachada pueden clasificarse en estructurales y superficiales.
Los estructurales afectan la estabilidad y la seguridad del edificio.
Serían grietas profundas, desplazamientos de muros, corrosión de elementos de refuerzo en el hormigón, fallos en la cimentación.
Requieren soluciones inmediatas y especializadas, ya que comprometen la integridad del edificio.
Por otro lado, los daños superficiales son menos graves y afectan al aspecto estético.
Serían fisuras en el revestimiento, desconchamientos de la pintura, manchas de humedad, eflorescencias salinas y problemas en juntas y sellados.
Aunque como te decimos estos problemas no comprometen la estructura, pueden ir deteriorando la fachada poco a poco si no se tratan, permitiendo la entrada de humedad y otros agentes perjudiciales.
Una vez conocemos los daños y tenemos el diagnóstico inicial, estamos ya en posición de poder planificar y dar presupuesto.
Para planificar la rehabilitación de una fachada tenemos que dividir el proyecto en tareas específicas como pueden ser:
Para estimar el coste contemplaremos el coste de los materiales, el coste de la mano de obra y otros costes adicionales.
Como te imaginas, es otra de las fases claves. Te detallamos las acciones a llevar a cabo en ella:
Preparación del sitio.
Antes de comenzar las obras, es esencial preparar el área. Esto incluye:
Medidas de seguridad
La seguridad es una prioridad durante toda la ejecución del proyecto. Las medidas preventivas incluyen:
Proceso de rehabilitación que variará según el tipo y la gravedad de las cuestiones identificadas. Aun así los pasos más comunes incluyen:
Seguimiento y control de calidad
El mantenimiento y cuidado posterior de una fachada rehabilitada es una inversión necesaria para asegurar el buen estado de la estructura, preservar los beneficios de la rehabilitación y prolongar la vida útil de la estructura.
Por eso no gusta decir que es esencial fijar un plan de mantenimiento regular que asegure la durabilidad y el buen estado de la fachada a lo largo del tiempo.
Este plan puede ser algo así:
Llevar a cabo inspecciones periódicas es ideal para detectar posibles grietas ocultas o la reaparición de antiguas grietas.
Abordar las reparaciones menores de inmediato puede prevenir problemas mayores en el futuro. Esto incluye reparar pequeñas grietas, renovar el sellado de juntas y sustituir elementos dañados como ladrillos o azulejos. Solucionar estas cuestiones de manera oportuna garantiza que la integridad estructural de la fachada no se vea comprometida.
Aplicar tratamientos protectores de forma recurrente es una estrategia efectiva para prolongar la vida útil de la fachada. Estos tratamientos pueden incluir revestimientos impermeabilizantes, pinturas protectoras, productos anti-graffiti…
Estos productos ayudan a proteger la fachada de la humedad, la radiación UV y otros factores ambientales que pueden causar deterioro.
Llevar un registro de todas las inspecciones, limpiezas y reparaciones realizadas es muy interesante ya que facilita el seguimiento del estado de la fachada y permite planificar futuras intervenciones
Esta es la mejor forma de llevar a cabo la rehabilitación de fachadas a la vez que prevenimos problemas futuros.
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